Hoteles AC Hotels by Marriott en Madrid

Bienvenido. Hotel muy cerca de los museos del Prado y Reina Sofia, del parque Chrystal Palace y de la estación de Atocha. Por otro lado, ubicada sobre las principales arterias de circulación de automóviles, la sala cuenta con dos ventanas para reducir el ruido. Para un 4 *, descubrí que a la habitación le faltaba la tetera, la bandeja de té y café, solo una pequeña botella de agua. Por contra empujó la calefacción, tenía 26 grados C en la habitación, ¡demasiado calor! El baño tiene jacuzzi pero no suficiente jabón, gel, etc. La habitación individual no ofrece una cama doble sino una cama para 1 persona. En el desayuno la elección me pareció bien pero tampoco excepcional, la calidad es la de los supermercados, excepto la tortilla de espinacas. Para los amantes del té, en las cadenas de AC suele ser Dilmah. Tiendas de conveniencia alrededor del hotel para agua y otras compras, es práctico. En general, la estancia fue buena pero nada más, no muy cómoda. Carlton by Marriott, es un sueño pero es otro sueño en el acto. Le falta encanto y buen fengshui. No regresaré.

El AC Hotel Atocha, aunque a unos kilómetros del centro de la ciudad es un hotel muy bueno y el personal es amigable y se va a ir de su manera para ayudar. La habitación era decente, bien equipada con cama doble, TV, escritorio y nevera. La zona de baño era maravillosa. La zona de la piscina era grande y se separaba de las zonas de baño y ducha con vidrio opaco y puertas. La zona de la ducha era impresionante con una cabeza de ducha, una ducha de mano y tres pequeños jets en la parte inferior del ”tubo”. También había un baño de jacuzzi. Sólo eso es una razón para quedarme allí El único problema que tenía era que aunque había alrededor de 35 TVs Los canales son los únicos en inglés son la BBC y a veces CNN.

La habitación impecable, el detalle del agua, la atención de todo el personal, recepción, comedor limpieza. El desayuno estupendo. El mejor hotel para ir a IFEMA. Volveremos y lo recomendaremos. Una experiencia estupenda. Gracias

Estuvimos en una boda de tarde el 26 de agosto y nos sentimos, tanto mi hijo como yo, que somos vegetarianos, como unos invitados de segunda en todo momento, lo cual empañó la boda tan bonita y llena de sorpresas que con tanta ilusión habían preparado mis cuñados. Intentaré ser breve. Mientras pasaban las bandejas con el cóctel para el resto de los invitados, nosotros tuvimos que estar esperando para que trajesen lo nuestro con un sólo canapé de cada tipo en el caso de los fríos y en el caso de los calientes ni siquiera eso, sino que se les olvidaron las mini hamburguesas vegetarianas y al final por vergüenza no les insistimos. Los invitados ”normales” porque nos sentíamos como invitados ”anormales” podían disfrutar de cecina y de bandejas de canapés de los cuales podían repetir, lo que nos trajeron a nosotros hubiera cabido en un plato de postre. Cuando pasamos al salón nos pusieron de primero ajoblanco mientras los demás invitados disfrutaban de langosta, sobran las comparaciones. Después vino el sorbete y por último, mientras los demás tomaban solomillo, nosotros dos, unos espaguetis japoneses con verduras que de japonés solo tenían que habían echado salsa de soja pero estaban súper grasientos. Tanto es así, que a pesar de tener hambre no nos los terminamos. Hemos asistido a otros convites y celebraciones y es cierto que nunca alcanzamos los niveles de calidad del resto de los invitados pero acabamos satisfechos y no nos sentimos tan discriminados como ha ocurrido en esta ocasión, ha sido lamentable. Somos vegetarianos, pero sentimos hambre y también disfrutamos de la buena comida igual que el resto de los mortales. Y no vayan a pensar que somos unos sibaritas ni unos glotones, que yo mido uno setenta y peso cincuenta y cinco kilos, pero un evento de este tipo debería satisfacer por igual a todos los invitados y esmerarse un poquito más con los que comemos diferente y no ofrecernos algo solamente ”para cumplir”. Estuvimos en una boda de tarde el 26 de agosto y nos sentimos, tanto mi hijo como yo, que somos vegetarianos, como unos invitados de segunda en todo momento, lo cual empañó la boda tan bonita y llena de sorpresas que con tanta ilusión habían preparado mis cuñados. Intentaré ser breve. Mientras pasaban las bandejas con el cóctel para el resto de los invitados, nosotros tuvimos que estar esperando para que trajesen lo nuestro con un sólo canapé de cada tipo en el caso de los fríos y en el caso de los calientes ni siquiera eso, sino que se les olvidaron las mini hamburguesas vegetarianas y al final por vergüenza no les insistimos. Los invitados ”normales” porque nos sentíamos como invitados ”anormales” podían disfrutar de cecina y de bandejas de canapés de los cuales podían repetir, lo que nos trajeron a nosotros hubiera cabido en un plato de postre. Cuando pasamos al salón nos pusieron de primero ajoblanco mientras los demás invitados disfrutaban de langosta, sobran las comparaciones. Después vino el sorbete y por último, mie

Nada negativo, salvo el precio de la habitación en fin de semana, que es disparatado en todo Madrid. Elegante y decorado con gusto desde la entrada. No es un lobby al uso, ya que está prácticamente integrado en el bar/restaurante, pero agradable en cualquier caso. El personal de recepción profesional. Habitación amplia y camas cómodas. Situación perfecta para noches de partido. Muy recomendable en general.

Habitación: 315 Fecha de entrada: 11/01/2023 Tarifa: 125 (SA) Un feo edificio exento, ocupando toda una manzana, con una alta planta baja en mármol y cristal, y cuatro alturas a partir de ahí, en ladrillo marrón oscuro color chocolate, con grandes ventanas con persianas de las de antes, rematado en el tejado con un enorme cubo verde con el logotipo de la cadena. Todo ello a las mismas puertas de Madrid centro, en la entrada por la Avenida de América en el popular barrio de Guindalera. Calles estrechas rodean el hotel con comercios, cafeterías... Delante del establecimiento la estrecha acera de la calle y justo delante un espacio para que los vehículos puedan descargar a los viajeros. La puerta entrada, automática de cristal, queda en la misma calle. Al acercarnos, un cartel indica que hay que llamar a un timbre para que desde dentro nos abran. Enseguida se abren las puertas y accedemos a una cálida recepción de techos bajos y madera natural en suelo y paredes. Varias butacas quedan a la derecha, para la espera y la tertulia, junto a unas neveras que ofrecen agua (a la venta). De frente, pasamos junto a un sofá redondo, en terciopelo gris con un árbol en el centro, y otro sofá a juego antes de llegar al largo mostrador de recepción. Un potente bloque de mármol, con el logotipo de la cadena en un extremo, tres puestos de trabajo bien separados y varias luces colgantes quizá a demasiada baja altura. En la parte de atrás, una estructura de pequeñas repisas a modo de librería en la que se combinan algunos libros (los hay, sobre todo novelas, por toda la recepción) y algunas plantas. Una joven nos atiende amablemente y os agradece la fidelidad a la cadena. Nos indica que por ello va a tratar de buscarnos una habitación algo mejor y hace varias llamadas para encontrar cual está ya preparada. Encuentra una que estará lista en cinco minutos, así que termina el proceso de registro, nos explica los horarios del hotel, el funcionamiento del wifi -con una contraseña sencilla- que funciona sin problemas en todo el establecimiento, y nos invita a sentarnos en alguna de las butacas del hall hasta que la habitación esté lista. En cinco minutos nos avisa que ya lo está y nos entrega un cartoncillo con dos tarjetas para la habitación. Giramos sobre nuestros pasos y, camino del tranquilo restaurante, encontramos, junto a un carro de madera con algunas macetas, los dos ascensores. Puertas metálicas automáticas, interior amplio, con suelo de moqueta, paredes algunas de madera y otras de espejo, algo oscuro, botonadura metálica, un cartel con la carta del restaurante y otro con información del hotel. Las puertas se abren en un generoso distribuidor con pasillos algo estrechos y oscuros a derecha e izquierda con moqueta verde oscuro, paredes en gris marengo y luces indirectas que contrastan con los marcos y puertas en blanco. La puerta se cierra pasando el suelo a ser de madera natural algo vieja pero relativamente limpia y cuidada. Un pasillo largo y estrecho

I stayed at The AC Recoletos in Madrid in January, so I'm a little late with the review.  However, I would be remiss if I didn't add to all the other rave reviews about this hotel.  Where to start, I guess with location.  The hotel is within walking distance to the wonderful three art museums,  and also to The Sorolla Musuem and the The Lázaro Galdiano Museum.  The National Archaeological Museum is nearby as well as is the lovely El Retiro Park. There is a lively market, Mercado De La Paz, within a few blocks (fresh everything with some tasty little tapas stalls). And, one more thing, there are theaters within blocks for interesting evening performances. Now, for the hotel, perfect.  The staff was more than accommodating.  I really appreciated that after a long flight my room was ready when I arrived.  As a solo traveler, I also appreciated the travel tips, directions, and neighborhood advice (it's a wonderful area for walking).  My room was spotless, spacious, and well lit.  Breakfast was fresh and substantial.  What more can I say ??  Maybe just Thank You.

El hotel está muy bien situado. El desayuno era suficiente, puede elegir entre varios alimentos (cereales, hambre, huevos, queso, tortilla, algunas verduras, y algunas frutas. El café es Nespresso, no el café de la máquina de lavar desejos. La habitación no era muy grande, pero era limpia. El hotel está equipado con una caja fuerte, TV y nevera. La cama no estaba fijada y era muy ligera, por lo que a veces se movía bajo usted. El baño no es muy grande, pero sirve para su propósito, está equipado con un tubo.