Usuario invitado
5 de abril de 2022
Habitación: 307 Fecha de entrada: 27/11/2021 Tarifa: 70€ (AD) A un paso de la estación del tren, y a dos del centro histórico de la ciudad, empotrado entre edificios de viviendas, en una calle tranquila de las que accede al corazón de Tortosa encontramos este moderno hotel de siete alturas con una fachada plana, gris metálica, rota por las alargadas y estrechas hileras de ventanas. Todo recuerda a un hotel de la cadena AC, pero si lo fue, ya no lo opera la marca de Marriott. A pie de calle sólo las cuatro grandes cristaleras desde las que se ve la recepción nos avisan que allí está el hotel. Sobre los vanos, en letras metálicas el nombre del establecimiento. En uno de ellos, las puertas correderas automáticas que nos introducen en el hall. Hacia la derecha hay una pequeña y oscura sala con unos sofás, una televisión y la entrada al desayunador. De frente la escalera, y al lado izquierdo el ascensor. Hacia la izquierda se alarga el gran mostrador de recepción. Podría albergar tres puestos de trabajo, pero sólo uno está operativo, cubierto por un metacrilato para protegernos del virus. El trato tras él es tan aburrido como frío y mecánico. Los datos de registro y el pago por adelantado. Preguntamos por el wifi, y nos explican. Preguntamos por el desayuno, y nos explican. Firmados los documentos de bienvenida, nos entregan la llave de la habitación. Unos pasos hacia la derecha y encontramos el ascensor. Moderno, metálico, cuidado y limpio. Puertas correderas automáticas que se abren en un pequeño recibidor con un pasillo a la derecha al que se abren las habitaciones. Paredes oscuras, luces indirectas y puntuales, puertas de madera brillante y suelo de moqueta tupida verde oscuro. Tras la puerta, el suelo pasa a ser de largas lamas de madera gris bastante bien cuidada. Paredes de estuco blanco y en el pasillo hasta la habitación techo de madera con un punto de luz potente. A la derecha los interruptores de la iluminación y la ranura para meter la tarjeta. Un paso más adelante la puerta del baño, de madera con un reluciente y metálico pomo redondeado, y otro paso más, y justo antes de llegar al dormitorio, el dispositivo de control del aire acondicionado, que resulta sencillo de manejar: Un botón para el encendido y apagado, otro botón para la potencia y una rueda para la temperatura. Al final resulta más ruidoso que eficaz. El dormitorio resulta amplio. A la izquierda hay una mesa de madera gris con un alicatado en el mismo tono y material hasta el techo. De ella cuelga una televisión plana negra. Sobre la mesa un teléfono y una lámpara metálica con tulipa blanca. Bajo la mesa una silla de plástico marrón algo incómoda, una papelera negra con bolsa de plástico y un minibar con un surtido de aguas y refrescos y la puerta de cristal. En el espacio que queda hasta la ventana, un maletero a juego con estructura metálica sencilla y una tapa de madera gris. En el lado derecho se ubican las camas. Dos. Anchas y blancas, cómodas. Vestidas con un suav