Usuario invitado
1 de septiembre de 2023
Cuando se abre la puerta de la habitación, la atmósfera artística llena de belleza irrumpe en la habitación. Mientras admiro la belleza, pienso en el anciano que nos recibió. Tiene el temperamento único de un viejo artista que he visto antes. Es elegante en modales, generoso en movimientos y educado en actitud. Derrite la belleza y lo hace sentir cómodo. Las pinturas al óleo en las paredes y los muebles sobre la mesa revelan el amor por la vida y el aprecio por la belleza. Es una habitación muy cálida con muebles completos y prácticos. No hay muchos productos para el desayuno, pero sí preciosas peras, melocotones y café aromático. Las mesas del comedor son exquisitas, con manteles blancos. Hay una flor en cada mesa. Hay un estante muy por encima de la cabeza contra la pared. Al comer, las macetas se mueven hacia arriba para crear otra escena. El exterior del hotel también está limpio y ordenado. Hay panaderías fragantes y grandes supermercados alrededor. También hay mariscos que asustaron a mi marido cuando le pregunté por el precio. Es demasiado caro, 16 euros por 0,1 kg. Pero realmente fresco. La estación de tren está muy cerca de nosotros, por lo que no necesitamos tomar un taxi (que cobra precios arbitrarios), lo que ahorra dinero y nos permite hacer ejercicio. La gente aquí es muy amigable. El joven apuesto tomó la iniciativa de llevarnos al hotel. El conductor público se reunió para discutir cómo ayudarnos a llegar a Malta... La gente amable y los viejos camareros de buen gusto son inolvidables.
Texto originalTraducción facilitada por Google