saragiltalavera
9 de octubre de 2024
No sé si encontraré las palabras adecuadas para describir lo que hemos vivido estos cuatro días en el hotel, pero si hay una que se acerca, es “magia”. Es uno de esos lugares que parece salido de un sueño. Las vistas desde la Junior Suite Edén nos dejaron sin aliento, y la decoración, todo tan integrado con el acantilado, Vivimos atardeceres que quedarán para siempre grabados en nuestra memoria. Estar en la piscina de la suite es como un paréntesis en el tiempo… como si el mundo se hubiera detenido, o quizás eramos nosotros, que no queríamos que ese momento terminara jamás. Después, en las habitaciones superiores, el encanto continuó, despertarnos con las vistas desde la cama o relajarnos en el jacuzzi superó todas nuestras expectativas. Una noche, disfrutamos de una tormenta desde el calor del jacuzzi, con las olas y el viento rugiendo como banda sonora. Fue tan único que aún me emociona recordarlo. El desayuno, servido en la zona de la piscina, con opciones a la carta preparadas al momento, delicioso, en un entorno pequeño junto a la piscina. También queremos agradecer de manera especial al equipo del Restaurante Edén. No solo nos ofrecieron una cena maravillosa, sino que, a pesar de que la zona de los nidos ya estaba cerrada, nos la enseñaron con toda amabilidad. Valoramos muchísimo la atención y el cariño que mostraron en cada momento. Y qué decir de las instalaciones… el hotel está tan en armonía con el paisaje que cada rincón te conecta con el mar. Muchas gracias a todo el equipo. Cada gesto, cada sonrisa, hicieron que nuestra estancia fuera simplemente perfecta. Nos sentimos mimados en todo momento, y eso es algo que no tiene precio. Volveremos el año que viene, sabiendo que, aunque será increíble, esa magia de esta primera vez siempre ocupará un lugar especial en nuestro recuerdo. Sara y Rubén