Rosa G
10 de agosto de 2023
Si lo que buscas es un lugar donde descansar y sentirte como en casa, el San Agustín Beach Club es tu hotel. Situado al pie de la playa de San Agustín, con acceso directo a la misma y desde el que se puede disfrutar de unas maravillosas vistas al Atlántico, se encuentra en una zona muy tranquila y apacible. Desde que pones un pie en él se respira un ambiente de tranquilidad y todo se mueve a otro ritmo. Para empezar, dispone de un espacioso aparcamiento gratuito justo a la puerta en el que rara vez hay problemas para encontrar plaza. Hay un pequeño centro comercial cerca, aunque la mayoría de establecimientos cierran muy pronto, por lo que si quieres tomar algo después de cenar tendrás que acercarte a Playa del Inglés, a una media hora caminando por un agradable paseo marítimo o a unos 7 minutos en coche. Nosotros llegamos a primera hora de la mañana y no tuvimos que esperar ni un minuto por nuestra habitación, lo que es muy de agradecer teniendo en cuenta que lo normal es que no puedas acceder a ella hasta bien entrada la tarde. La decoración tanto de las zonas comunes como de las habitaciones es clásica, y aunque el mobiliario está muy bien cuidado necesita una renovación, pues resulta poco funcional. Sería fundamental la instalación de más enchufes (a nosotros nos prestaron una regleta en recepción y así pudimos apañarnos) y de cortinas de oscurecimiento, ya que afecta a la calidad del sueño puesto que hay mucha claridad desde horas muy tempranas. La caja fuerte es de pago, algo cada vez menos frecuente en este tipo de hoteles. En cuanto al baño, dispone de una bañera con mampara que ajusta a la perfección impidiendo que salga el agua, aunque no estaría de más cambiarla por un plato de ducha, mucho más cómodo. También convendría instalar secadores de pelo más modernos y con mayor potencia. Las habitaciones y baños son amplios y aparte de toallas también te ofrecen albornoces. En nuestro caso nos alojamos en una habitación con vistas al jardín pero desde la que también podíamos ver el mar y escuchar el sonido de las olas cuando caía la noche. Los desayunos y cenas se convierten en todo un espectáculo, ya que se sirven en la terraza, justo al lado de las piscinas y con maravillosas vistas al Atlántico, excepto la cena de los jueves a las 7 de la tarde, que es la cena de gala y se sirve en mesa en un comedor interior que quiere imitar a un barco. Las cenas de miércoles y domingo son buffet con cocina en vivo, el resto consisten en un menú servido en mesa que consta de dos entrantes, un pescado, una carne y un postre. La comida es muy variada y de gran calidad. Las cenas son amenizadas cada día con algún tipo de espectáculo musical. También se puede comer en la cafetería de la piscina, aunque sería de agradecer que se incluyeran los almuerzos en la media pensión para poderlos intercambiar por las cenas, ya que su horario es un poco temprano para las costumbres españolas (el segundo y último turno es a las 20:30 h). A nosotros se nos dijo por