quanquan2
14 de abril de 2023
Con varias décadas de antigüedad, este hotel frente al mar está situado en la parte oriental de una gran bahía. Como nota positiva, la recepción inicial y el servicio de bar fueron bastante satisfactorios, y las vistas desde la terraza son, francamente, excepcionales. Sin embargo, su ubicación junto a las rocas y la arena de la playa infringe la legislación costera española introducida posteriormente. Como consecuencia, hace años que no se llevan a cabo ni obras de renovación ni reformas del edificio, y se prevé su demolición tarde o temprano. En el interior, la ornamentación y las instalaciones son de antaño. En la comedor, o sea la sala de desayunos, el bufé de la mañana era básico: continental, es decir, frío.. No había huevos; uno se hacía a la idea de que el coste era un factor limitante. Además, los diversos carteles decrépitos que prohibían sacar comida del comedor parecían innecesarios. Las supuestas sustracciones parecían poco probables. Nuestra amplia - aunque ciertamente no grande - habitación doble tenía una cama estándar de 135 x 190 cm con un somier económico. El tapón (había solo uno) del lavabo y de la bañera era demasiado pequeño, lo que desperdiciaba agua al afeitarse e impedía bañarse. Sólo había dos enchufes: uno en el pequeño cuarto de baño y otro para la televisión. La construcción de este hotel era claramente anterior a la era de los dispositivos electrónicos portátiles etc. Si querías cargar el teléfono o la tableta, tenías que utilizar el enchufe del secador de pelo del cuarto de baño o desenchufar el televisor, lamentablemente pequeño y del tamaño típico de los que se vendían hace trece o catorce años. También anticuado, el espasmódico ascensor de carga desde la recepción hasta la primera y segunda planta. Da a basto por una persona con una maleta. En cambio, los precios de las bebidas están muy al día: ¡15€ por dos gintonics en la terraza! Por ese precio se puede comprar una botella bastante respetable del embriagador aguardiente de enebro ;-}.