Desde que llegamos, ha sido un auténtico desastre. Una vez instalados, bajamos a cenar y debo decir que nunca, jamás, he comido tan mal. La calidad de la comida es espantosa, rozando el límite de lo sanitariamente aceptable. Además, parece que se aprovechan de que la mayoría de los huéspedes son extranjeros que regresan a sus países y no tienen idea de cómo se come en España ni de lo que realmente es la dieta mediterránea. Por si fuera poco, las habitaciones tienen un desagradable olor a charca, muy molesto e intenso, que hace la estancia aún más incómoda. Para rematar, el personal de recepción es completamente ineficaz y nada resolutivo. En resumen, una experiencia pésima. Nada recomendable.