Usuario invitado
21 de diciembre de 2024
Baladín es un paraíso en absolutamente todos los aspectos. Llegas y te reciben con un cóctel de bienvenida, te hacen el check in y te explican todo. Las habitaciones son una pasada: bonitas, cómodas... La decoración está pensada hasta el último detalle para que en todo momento te sientas en un lugar paradisíaco y de ensueño. Las instalaciones no son muy grandes pero eso lo hace más único aún, más íntimo. Aprovechan hasta el último centímetro para poner diversas zonas de asientos distintos: tumbonas, columpios... ¡y hasta un barco! Mires donde mires te entran ganas de sacar fotos. La playa es de arenas blancas y aguas turquesas maravillosas. Con marea alta apenas queda playa. Con marea baja hay una zona de rocas. En las zonas en las que no se llega pie hay que tener cuidado con las corrientes. Se puede ir paseando por la playa al restaurante The Rock, pero, sinceramente, con lo rico que está en general todo lo del restaurante del hotel, no hace falta comer en otro sitio. Queremos destacar las pizzas y los desayunos, que están espectaculares. Este lugar es un remanso de paz y tranquilidad. Si vas a Zanzíbar, no te lo pierdas.