Usuario invitado
22 de mayo de 2022
Mi marido y yo decidimos cenar en este complejo por sugerencia de unos amigos que habían hablado muy bien de la ubicación y la cocina. Aparte de algunas dificultades para encontrar la entrada porque no está bien señalizada (sugiero al menos alguna señalización cerca del cruce), la ubicación es realmente sugerente, en medio de la campiña de Gallura. El restaurante es elegante pero no "enlucido". El servicio fue muy atento con el personal presente y educado pero no insistente. Vayamos al menú: carnes y pescados, con opción de 4 entrantes, 4 primeros platos, 4 segundos platos y 4 postres. Elegimos dos entrantes, tataki de atún y tartar de gamba morada, ambos muy interesantes tanto a nivel de emplatado como de sabor. Atún de gran calidad cocinado a la perfección. Seguimos con un primer plato, botones (raviolini) con carbón vegetal y medregal con crema de alcachofa de Jerusalén: el primero fue una explosión de sabor y elegancia. Amberjack cocinado a la perfección. Concluimos con dos postres y acompañamos la cena con dos copas de Vermentino. Precio absolutamente acorde con la gran calidad de los ingredientes y sobre todo con la investigación que hay detrás de cada plato. Al salir no pude evitar felicitar a la joven y talentosa chef (la cocina abierta te da la oportunidad de verla trabajando). Definitivamente regresaremos para probar las otras opciones del menú.
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