Usuario invitado
21 de febrero de 2023
Por ambiente, amabilidad, localización, servicios, detalles y por todo hasta el más mínimo detalle, es quizá uno de los tres mejores hoteles en los que he estado. El verdadero lujo aquí es disfrutar de sus cabañas, de su piscina, de sus instalaciones y sobre todo del impresionante equipo humano que tienen, desde Michael (el manager) hasta el último de los empleados, su único interés es que el viajero disfrute de su estancia. Cabañas amplias, perfectamente mimetizadas en la naturaleza, con todo lujo de detalles y donde el baño al aire libre es lo que más gusta a los niños. Estamos en mitas de la naturaleza, por lo que puede haber bichos en la habitación. Es lo lógico y normal. Las cabañas disponen de un "botón de pánico" por si se cuela alguna serpiente u otro bicho algo peligroso. El restaurante es una pasada y los platos de comida local están perfectamente elaborados, con grandes raciones. Las comidas y cenas son un menú con una variedad más que suficiente. Desayuno interminable. La piscina y las vistas hacen de este lugar un enclave maravilloso. En el hotel hay muchos insectos y reptiles que (si os gustan los bichos como a nosotros) harán las delicias de todos. De hecho por las noches, como actividad opcional gratuita, uno de los naturalistas del hotel te acompaña en un paseo en busca de la fauna local. Gratuita es también la excursión a la Monkey Mountain, frente al hotel, y que es una subida más que fuerte para la que hay que estar en forma. Hay posibilidad de contratar excursiones opcionales como safaris en barca o en jeep para ver la fauna local. En fin, una maravilla de hotel. Todo lo que diga es poco... sobre todo porque la última noche mi hijo tuvo un percance médico y Michael no dudo en poner a nuestra disposición a su asistente personal y a un chofer del hotel para llevarnos al hospital. Y a la vuelta, nos tenían esperando una suculenta cena para que pudiésemos tomar algo antes de irnos a la cama. De verdad que nunca lo olvidaremos.