Usuario invitado
11 de diciembre de 2023
El hotel nos sorprendió desde que llegamos, es en realidad una antigua casa reconvertida en hotel. La recepción fue muy acogedora y nos explicó todo lo que se podía hacer de forma clara. A todo lo que le preguntamos nos respondió muy amablemente. Nuestra habitación St. Servas estaba en el primer piso y para acceder a ella hay una escalera (que tiene pinta ser original de la casa) muy estrecha, empinada y en curva. Afortunadamente nos ayudo con la maleta más pesada (eso si, para bajarla se me hizo complicado el dia de salida). Como no vive allí, la recepción está abierta hasta las 14:00, el resto del dia está desatendida pero te deja información de contacto por si necesitas ayuda. La habitación estaba limpia pero el baño es bastante pequeño. La decoración de nuestra habitación era demasiado vintage, con taquillas de metal como armarios, puesta desconchada a modo de espejo, taquilla con marcas de oxido como mesilla (que al tener cargadores con imanes se quedan pegados al mismo). No probamos el desayuno en la cama (hay que pedirlos antes de las 12:00 del día anterior), pero nos recomendar ir al Molino del Obispo que estaba muy bien. Y lo mejor de todo es que está en el mismo centro y en nuestro caso en el Mercado de Navidad que nos interesaba visitar. así que lo pasamos de lujo.