Usuario invitado
14 de junio de 2023
Habitaciones anticuadas. Alfombra de otra época, ni limpia ni sucia. Cuarto de baño de los años 60. Sólo un “hola” con una sonrisa en la recepción del hotel Baslertor del que depende esta residencia. Por 200,- la noche, es una ganga y, además, una botella de agua por valor de 0,50 CHF y un precio de 5 CHF. ¡Las camas son sacadas directamente de un centro de reciclaje! No hay aire acondicionado pero sí un ventilador de techo digno de los años 50. Yo lo llamo señor de los barrios marginales. La ubicación, sin embargo, es ideal: cerca de un aparcamiento cubierto y del centro y del borde de Reuss y del antiguo puente de Lucerna. Pero, francamente, este hotel avergüenza a la industria hotelera suiza.
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