Usuario invitado
10 de septiembre de 2022
Caimos aquí porque no había otro sitio libre. El establecimiento tiene el aspecto de que ha conocido mejores tiempos. El dueño no tiene don de gentes, pero intenta agradar. El hotel es antiguo y el mantenimiento justillo; por contra las habitaciones son muy amplias, con ventanas amplias y, a pesar de lo que pueda parecer, muy tranquilas (por lo menos la nuestra, que daba al patio trasero). Con tanta crítica negativa, no comimos ni cenamos allí, pero el desayuno de buffet está muy bien. Fuimos con bicis de monte: el dueño permite guardarlas en el cobertizo del patio y lavarlas con una manguera a presión sin ningún problema. En resumen, si te gustan las últimas tendencias en decoración e iluminación y los camareros de etiqueta, ni te acerques ;-). Pero es funcional, está bien situado y el precio es correcto.