Usuario invitado
31 de enero de 2025
Un hotel antiguo en proceso de renovación, encaramado en la ladera. Pero con unas vistas magníficas. Está junto al mar, sin playa, pero se puede acceder al mismo. Es conocido por ser la bahía de los tiburones de puntas negras, pero nadie los ve. Sin embargo, al final de la tarde, es un lugar fabuloso para nadar con tortugas gigantes. Un momento de absoluta gracia. En cuanto al hotel, el joven Zaw que te recibe es especialmente atento y amable. Un auténtico hotelero. La habitación que nos dieron estaba simplemente limpia, y el baño era muy rústico. Hay aire acondicionado. Las sábanas y toallas no son agradables porque no son de algodón. Te dan dos botellas de agua al principio, nada más. Hay una nevera y un hervidor de agua. Es muy básico, pero la ubicación y las vistas te hacen sentir cómodo. Además, dada la pendiente, ¡puedes ejercitar glúteos y piernas! Una experiencia maravillosa.
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