Usuario invitado
10 de noviembre de 2022
Habitación: 407 Antonielle Fecha de entrada: 08/11/2022 Tarifa: 110€ (AD) En una tranquila calle del animado barrio de Ixelles, a un paso de las tiendas de lujo y moda y no lejos de las instituciones europeas encontramos un antiguo edificio de seis plantas, de corte centroeuropeo, embutido entre otros edificios algunos más viejos y otros remodelados. Una planta baja en *****, con ventanas a la cafetería y a la pequeña recepción, y unos altos parterres vegetales nos avisan que estamos junto al establecimiento. Fachada encalada en blanco con ventanas de madera, y algunas molduras decorativas del mismo material. Un alargado cartel iluminado en blanco, con letras medievales en rojo con el nombre del hotel recorre la fachada. Una puerta de madera y cristal, de pomo metálico nos introduce en la recepción tras salvar un escalón. A la derecha de la puerta una enorme cortina negra, delante un pavo real disecado, un antiguo carro portamaletas y un sillón de enea. De frente un pasillo que nos lleva al ascensor y al desayunador, y a la izquierda un pasillo paralelo en el que se encuentra la tranquila cafetería. Antes de ella, tras un nuevo escalón, y allí mismo junto a la puerta, al lado de dos butacas con una mesa de centro, encontramos el mostrador de recepción, de madera blanca con mármol en su parte superior. Sobre él una lámpara clásica de tulipa en tono crudo, algunos displays con tarjetas del hotel, y dos enormes pantallas de ordenador que casi ocultan a la mujer que nos da la bienvenida, primero en francés, después en inglés, para finalmente atendernos en un más que correcto español. No requiere nada de nosotros, ni identificación, ni nada. Simplemente le damos el nombre, lo chequea en el sistema y nos entrega una llave de las de antes, con pesado llavero metálico en dorado y una goma negra de protección, nos explica el funcionamiento del wifi que es correcto y veloz en casi toda la instalación y el horario del desayuno. Avanzamos hacia el ascensor dejando a nuestra derecha otro par de butacas y un gran espejo delante del que se ha instalado una máquina lustrazapatos. Allí mismo encontramos el ascensor, junto a unas estrechas escaleras curvas tapizadas en moqueta roja algo desgastada. El ascensor tiene una primera puerta metálica manual, y tras ella unas puertas automáticas correderas. El espacio interior es mínimo. Apenas un viajero con su maleta. Moqueta negra en el suelo, espejos en las tres paredes y una tira de led que cambia de color azul-verde-rojo-morado dando una extraña y sugerente sensación al ambiente. Un cartel explica que el hotel en el que estamos fue en los años 30 una casa de citas y han tratado de mantener gran parte de su carácter, y eso explica muchas de las cosas que veremos, entre otras el cuadro de mujeres desnudas que decora la parte superior del ascensor en la planta baja, la oscuridad que impera en casi todos lo espacios y el hecho de que todas las habitaciones tengan un nombre de mujer en la puerta. El ascensor se ab