Si decides alojarte en Rosemay Hotel de Hayes, estarás a 20,9 km de Museo de Historia Natural y a 21,1 km de Victoria and Albert Museum. Además, este hotel se encuentra a 21,2 km de Museo de Ciencias y a 24,7 km de Abadía de Westminster.
Con una terraza y jardín donde descansar y comodidades como conexión a Internet wifi gratis, ¡no te faltará de nada!
Este hotel cuenta con una cafetería para tomar algo rápido, pero también puedes aprovechar su servicio de habitaciones con horario limitado. Se ofrece un desayuno completo todos los días de 07:30 a 09:30 con un coste adicional.
Tendrás tintorería, un servicio de recepción las 24 horas y atención multilingüe a tu disposición. Se ofrece servicio de traslado desde la estación de trenes de pago y un aparcamiento sin asistencia (de pago).
Te sentirás como en tu propia casa en cualquiera de las 33 habitaciones con decoraciones diferentes, equipadas con minibar y Smart TV. La conexión wifi gratis te mantendrá en contacto con los tuyos. Además, podrás disfrutar de canales digitales. El cuarto de baño está provisto de ducha y secadores de pelo. Entre las comodidades, se incluyen caja fuerte y tabla de planchar con plancha, además de un servicio de limpieza disponible todos los días.
«Reseña del Hotel Rosemay, Londres – 10/10
Por Matthew Huxley Forrest
Como escritor de ficción, no ficción, guiones, series y documentales —y alguien llamado Huxley en honor al propio Aldous, amigo y homólogo de George Orwell—, fue una auténtica coincidencia encontrarme alojado en la habitación de Orwell.
El Hotel Rosemay no es solo una escapada boutique; es un acto de reverencia viviente y vibrante. Desde mi llegada, me sentí inmerso en los detalles, no en la decoración. La lámpara de araña se reflejaba perfectamente en el mosaico que había debajo. Plantas reales enmarcadas como obras de arte. La Biblioteca Orwell, junto a la recepción, ofrecía un guiño al legado, no un santuario.
Dormir en la antigua habitación de Orwell, como Matthew ”Huxley” Forrest, fue experimentar una colisión de líneas temporales, donde dos linajes filosóficos se susurraban a través de las décadas. No hubo fanfarrias, ni terciopelo de museo, solo una verdad tácita transmitida a través de la madera, la luz y el silencio. La familia que está detrás de este espacio merece un reconocimiento inmenso. Su diseño es magistral. Su espíritu es amable. El hijo, un pensador agudo y conmovedor, me invitó a su mundo con la calidez de un viejo amigo. La madre, un genio de la fluidez y la forma, aporta una coherencia invisible a cada pasillo.
El asado de Yorkshire que recomendaron podría ser el mejor que he probado, y lo digo con sangre de Yorkshire.
Alojarme aquí no fue una experiencia hotelera. Fue un capítulo de un libro más largo. Y no lo digo a la ligera.
Para quienes tienen ”ojos para ver”, este no es un alojamiento cualquiera. Es un lugar donde la sincronicidad se une a la hospitalidad, y donde pensadores, del pasado y del presente, podrían encontrar su próxima idea entre las paredes.
Este hotel no necesita gritar. Susurra, con sabiduría.»