Hacienda Santa Barbara Casa Malinche

Hotel: Es como irte a quedar al rancho de los abuelos, un sitio increíblemente tranquilo, silencioso, cómodo. Las habitaciones son muy sencillas, rústicas pero muy limpias. Es una antigua hacienda, pero la cama, las almohadas y la ropa de cama son super cuidadas y muy agradables, sin perfumitos ni sábanas tiesas. NO HAY señal de celular, no hay wifi, no hay televisión, pero hay un hermoso silencio para pensar y para platicar con tu pareja. Quizá no sea el lugar ideal para irte a trabajar. Comida: No es restaurant, la comida se prepara para los huéspedes y no es a la carta, es lo que se preparó ese día, pero es estupenda, abundante y casera, pero no casera corriente sino muy bien hecha, una sopa de fideo, carne con nopales, calabacitas, huevo en salsa, café de olla y la estrella: TORTILLAS RECIEN HECHAS Y SALSAS HECHAS A MANO. Disfrutamos mucho la comida y fueron cuidadosos en que a mi esposa le prepararon comida vegetariana. Atención: Son personas que te reciben como si fueras su invitado y esta fuera su casa, atentos pero no invasivos, amables y con mucha calidez. Paisaje: No es un sitio de aventura, es un casco de una vieja hacienda, pequeña, no hay tirolesas ni rutas de aventura, pero puedes caminar tranquilamente por el lugar y ver el atardecer, el paisaje es muy muy bonito, el silencio en la noche es muy placentero Acceso: Se llega por una supercarretera, luego te desvías por un caminito arbolado de lo más lindo, muy bien pavimentado. El último kilómetro es de terracería, pasan bien los coches. Cena en la capilla: Tomamos la cena en la capilla, es una experiencia padrísima, es la vieja capilla de la hacienda, solo para nosotros, una mesa con muchísimas velas y flores, te dejan solo, llegan a traer el plato y te dejan solo para platicar,etc. Es una capilla antigua, se siente la vibra inusual Brindis al atardecer: Sobre la capilla, en el techo, ves el atardecer con una botella de vino y quesos, solos, viendo el paisaje rural mientras cae el sol, ideal para pedir matrimonio...

Elegimos este hospedaje pues fuimos a la "Noche en que nadie duerme" en Huamantla en agosto pasado. En efecto, el lugar se encuentra aislado, y el último trecho para llegar es terracería, pero no es complicado llegar. Desde que se llega se siente mucha tranquilidad, es un espacio ideal para desconectarse: no esperen una pantalla plana por favor! Nosotros elegimos la habitación de "la casita"; es un lugar bastante espacioso aunque sí tiene algunos detalles de mantenimiento que requieren atención en puertas y ventanas. No obstante mantiene esa aura de "hacienda vieja" combinando elementos actuales. La cama es muy cómoda y la calidad de los blancos también es sobresaliente. No hubo problemas con la presión de la regadera y el agua caliente. Lo que sin duda deseo destacar de manera especial es la comida: el hospedaje incluye una cena y un desayuno, que deben promocionar más, pues no recuerdo que este aspecto se mencione al reservar en su página; esto me lo informó una señorita que amablemente me atendió. La cena en realidad es comida, sumamente completa y deliciosa, es el punto más fuerte de este lugar me parece. El desayuno también es generoso y delicioso, ambos se sirven en el comedor del lugar. El hotel también cuenta con una pequeña galería y tienda de artesanías con precios, en su mayoría, razonables. Concuerdo con la opinión en que se menciona que se ofrece encender la chimenea o una fogata, pero parece que a todos se les olvidó. En suma es una muy buena opción si buscas algo rústico con ciertas comodidades, con algunos detalles a mejorar.