Usuario invitado
9 de diciembre de 2023
Había escuchado buenas opiniones del Roto y tambien malas, ayer tuve la ocasión de poder probar lo que es el restaurante. Qué pena en qué se ha convertido el comedor del Hotel Formigal. Fuimos un grupo de amigos, en total 10 personas. Nos sentaron a la mesa, tuvimos que levantarnos para pedir que nos atendiesen y nos sirvieran algo para beber. De allí al rato vinieron a cogernos la comanda, faltaban bastantes platos y no había nada fuera de carta para poder compensarlo. Pedimos 2 botellas de vino y la comida, que por cierto, tardó un buen rato en llegar. Los risottos que se pidieron estaban buenos y calientes, el resto de la comida estaba fría, por ejemplo las alcachofas a la brasa, pedimos varias raciones y estaban ricas, pero frías. Se le recalcó a la persona que cogió la comanda que 2 personas compartirían ensaladilla, y después las alcachofas, precisamente para que sirviesen primero la ensaladilla y después las alcachofas calientes, lo trajeron todo a la misma vez. Por cierto, las gambas de la ensaladilla, tal cual descongeladas y puestas en el plato, completamente crudas (gamba pelada congelada que se utiliza para diversas guarniciones o rellenos) no habían sido cocinadas de ninguna manera. Cuando nos faltó más vino y queríamos pedirlo, por allí no pasaba ningún camarero. Había 2 para todo el comedor más el chico de la puerta y el de la barra. Entre que terminamos los primeros platos y vineron a recoger la mesa estuvimos esperando más de media hora. Cuando llegan los segundos, más de lo mismo. Pedimos varias raciones de solomillo, había pedidos solomillos poco hechos y al punto, lo mismo les dió preguntar como queríamos la carne porque la sirvieron como mejor les pareció, además la carne estaba dura, (sacada de la punta del solomillo) fría y escasa, creo que mi solomillo pesaría aproximadamente 130 gr. (29€) acompaño fotografía. Las guarniciones del chuletón, pimientos del piquillo sacados de la lata tal cual. La guarnición del pescado, entre varias, pusieron unas habitas descongeladas y puestas en el plato sin ser cocinadas, como las gambas de la ensaladilla. Cuando llegaron los postres, después de esperar otro buen rato, las raciones escasas, mi tarta de queso por 9€ era como de risa. Acompaño fotografía también. Por cierto, podrá estar muy de moda el no pelar las patatas fritas, pero creo que en el nivel en el que pretende estar el restaurante deberían de pelar las patatas. Yo no me quejo del precio si todo está correcto, pero a estos niveles se echa de menos un aperitivo puesto por la casa, aunque sean unas aceitunas o unas patatas fritas mientras se espera. Los responsables del establecimiento saben que metieron la pata hasta el fondo, que la gente esperó mucho y no fueron capaces de invitar a los cafés ni de ofrecer un chupito para intentar compensar de alguna manera su mal hacer. Tampoco pidieron disculpas y por supuesto ni preguntaron como había ido todo, porque saben que podrían escuchar lo que nadie quiere escuchar cuando