Pablo S
29 de enero de 2024
El principal problema que tuvimos fue que el Hotel había sido pintado y barnizado suelos la semana anterior. El olor a barniz era muy fuerte y nos obligó a estar con la habitación abierta durante el día y parte de las noches. La temperatura exterior en enero es baja y fue bastante desagradable. El hotel estaba completo y no nos pudieron ofrecer otra solución que cancelar reserva y buscar un hotel con disponibilidad cercano. Entiendo que las obras son difíciles de controlar, pero quizás fue precipitada la apertura dada la poca ventilación de los espacios. El diseño de la habitación por parte de David Delfín es arriesgado, desde luego que no para todos los gustos. Es original pero creo que la parte del baño no está bien resuelta y no es funcional. Son habitaciones amplias, por tanto, por lo menos la ducha, si que debería tener un espacio fijo bajo nuestro punto de vista. El restaurante Tierra, en la linea del hotel, nos pareció demasiado simple en su decoración, pero la comida nos encantó. Los platos están muy bien elaborados y de cantidades razonables. El trato del personal muy bueno, en el caso del camarero (no pregunté nombre) fue excelente, un encanto de persona. En el desayuno incluiría mayor variedad. Pero quiero volver a insistir en la elaboración de los platos, nos pareció original y exquisita. Por último, el día de partida hicimos la visita a la bodega. Roberto fue muy amable y nos hizo una visita más próxima a la cepa que a la botella. Nunca habíamos hecho un visita de una bodega tan interesante desde el punto de vista del trato de la cepa, la uva, etc… por supuesto nos explicó el tratamiento de bodega e hicimos la cata, pero lo que más nos gustó fueros la explicaciones a pié de campo. Lo dicho, el comienzo no fue bueno, pero poco a poco fue ganando enteros, el primer día le hubiera dado un 2, sin embargo, a la marcha lo dejo en un 4.