Usuario invitado
16 de febrero de 2025
Solo seis habitaciones independientes y un restaurante justo en la playa, en el extremo sur, encaramado bajo una empinada colina selvática. Un lugar estupendo con fantásticas vistas a la playa. Las habitaciones son amplias, la nuestra con una cama king size. No hay aire acondicionado, nevera ni ducha con agua caliente, ya que no tiene conexión a la red eléctrica, pero el wifi funciona bien. La brisa marina que entra por las ventanas con mosquitera refresca la habitación. El desayuno está disponible por 350 pesos: té o café con tortilla y tostadas, tostadas francesas con fruta, sándwich tostado con tocino y huevo, etc. De igual forma, la mayoría de las cenas cuestan 350 pesos por persona. El menú no es extenso, pero sí bastante variado, siempre bien preparado y sabroso. Con cervezas de 100 y una grata sorpresa, incluso una botella fría de Savignon chileno por 750 pesos, un cambio muy bienvenido en un lugar tranquilo y con excelentes anfitriones. El santuario y la liberación de las pequeñas tortugas en la playa fueron un detalle encantador y valioso del hotel.
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