Hacienda Pinsaqui

He sido cliente de este sitio por cerca de 26 años...  Acudí a pernoctar al mismo con mi señora y lo que debía ser una estadía placentera, se convirtió en una estadía amargamente inolvidable... Todo iba bien hasta que nos quejamos de la atención de la mesera en nuestro segundo día de estadía. Acudimos a desayunar a las 09:30 y la mesera estaba notablemente molesta por el hecho de atendernos,  el horario para desayunar era de 07:00 a 10:00, no me percaté qué había cambiado. Desayunamos lentamente y placenteramente hasta que notamos que la mesera estaba irritada (al parecer) con nuestra presencia en el desayunador. Pedimos omelets, café, sal y pimienta y nada del otro mundo.  Nos quedamos de largo en el desayunador trabajando por teléfono y por computadora, teníamos una jarra de café la cual aún no nos la habíamos terminado y pensaba seguir bebiendo de ese café hasta terminar de enviar mis emails de trabajo. Pedí se restituya la jarra y la chica me trajo dos tazas de café las cuales ella me dijo iban a ser cargadas como extras a la habitación, en ese momento hablé vía telefónica con el gerente de la hacienda y el me dijo que no me iban a cobrar las mismas. Todo transcurrió con normalidad hasta que hicimos el check out. Dejé a mi señora en la habitación y fui con mi perro hasta el carro en el parqueadero para evitarme el cargar mis pesadas maletas de vuelta hacia la habitación, el plan era manejar el vehículo hasta el frente de la habitación y cargar por menos tiempo las maletas. Acto seguido me encuentro en el parqueadero posterior de la hacienda con el dueño de la misma (Pedro Freile Guarderas), saludo con mano y sonrisa a lo lejos y noto que el está discutiendo en tono acalorado de voz con la administradora de la hacienda (Fernanda) quien estaba renunciando a su cargo en el hotel, en ese instante el señor Pedro Freile asiente y me dice "en este momento no te puedo atender" mi intención era la de preguntarle si el perro de el (un American Pittbull) era amigable hacia otros machos no castrados como mi dogo argentino. En ese momento lo que quería era meter a mi perro en el carro para evitar roces entre los canes, el señor Pedro Freile en ese instante me dijo "deja no más que se olfateen y se hagan amigos", hice eso mismo y después de unos segundos me di cuenta de que la situación no iba a ir bien entre los canes. Cuando quise finalmente subir a mi perro a mi vehículo el American pitbull atacó a mi can, en eso el pitbull me muerde mi mano, y en un segundo ataque muerde a mi perro en su cuello... En ese instante quisimos separar al pitbull quien mordió de manera BRUTAL a mi perro en su cuello provocandole dos insiciones de por lo menos una pulgada de profundidad y no había manera inmediata de separarlos por lo que tuvimos que forcejear de manera tenaz hasta lograrlo, uno de los empleados de la hacienda me ayudó a jalar a mi perro mientras el dueño de la hacienda jalaba a su perro y al mismo tiempo me gritaba: "jala con fuerza, como hombre, si no

Excelente experiencia, lindo lugar, muy bien mantenido, la casa hermosa, bien decorada, limpia, confortable, habitaciones grandes, con chimenea para mantener el calor en la noche, además colocan bolsas de agua caliente en la cama para calentarse, el personal muy muy amable todos pendientes, comida riquísima, típica de la región, la fiesta del 31 excelente, ambiente perfecto, canelazo y empanadas deliciosos, banda de pueblo, vaca loca, música, muy recomendado. Los administradores muy pendientes de que todo salga bien, amables al máximo, todo excelente, empezamos muy bien el año gracias a la Hacienda Pinsaquí.