Usuario invitado
24 de septiembre de 2024
Decidimos hospedarnos aquí porque si bien por eso precio conseguíamos hoteles nuevos, nos pareció interesante como experiencia alojarnos en un edificio de 1880. Las fotos se veían muy lindas. Al llegar nos dieron un cuarto que daba a la calle donde hay bares. Consultamos a la persona que nos recibió sobre los posible ruidos y nos respondió de mala gana que nunca tuvieron problemas. Solicitamos otro habitación por las dudas y nuevamente sin ningún tipo de predisposición nos dice que no tenían ninguna más habilitada. Desde la tarde hasta las 4 am tuvimos todo tipo de ruidos ambientales: autos tocando bocina, motos haciendo picadas, gritos constantes, gente ebria peleando en la vereda, música de diferentes establecimientos al unísono. Dormimos pésimo. A la mañana siguiente conversamos con otra persona encargada sobre esta situación y le pareció inusual, como si el bar de abajo hubiese salido de las entrañas de la tierra de un momento a otro. Solo sugirió dejar asentada una queja en la oficina de turismo por los ruidos del bar. Nos cobraron como un hotel de 3 estrellas de la zona, no aceptaron tarjetas de crédito, no me dieron una factura, la atención desganada como haciéndote un favor. La hostería tiene una parte antigüa y otra nueva. Nuestra habitación pertenecía a la parte vieja que es la más pintoresca por fuera. El ingreso a la habitación se hace o bien por el estacionamiento, por lo cual hay que recorrer todo el edificio con las valijas por escaleras, o bien por la entrada al restaurante para llevarte impregnada la ropa con el característico olor a fritura rancia que te acompañaba hasta la habitación. Una vez dentro del cuarto, rescato los muebles y los hermosos tirantes de Pinotea. Los baños son muy precarios y las camas junto con la ropa de cama es directamente olvidable.