Usuario invitado
6 de agosto de 2022
La habitación no se correspondía a las fotos. El retrete no tenía tapa. Todos los días nos retiraban las toallas a pesar de estar colgadas y no las reponían y había que pedirlas (tres veces). La cama la hacían dejando la sabana sin poner, doblada encima de la cama. Una cosa incomprensible. Pero lo peor de todo , es que los tres días, a las 6 de la mañana, los trabajadores se ponían a hablar como si fueran las 6 de la tarde. El resto del ruido, de la fiesta, de los huéspedes, irse la luz, incluso que en un jugo del desayuno echasen sal en vez de azúcar, es asumible. Todo lo anterior no. Especialmente lo último.