Usuario invitado
31 de enero de 2023
Acabamos de volver de la Infinita y tenemos la sensación de haber estado el fin de semana visitando a unos buenos amigos. Lucía y Fernando nos han cuidado y tratado fenomenal, como si nos conocieran de toda la vida. No solo han compartido su casa, sus libros maravillosos, sus recuerdos y experiencias, nos han aconsejado qué visitar, donde comer y se han preocupado de que estemos bien y no nos falte de nada. Esa es la guinda de un pastel increíble que es la Infinita. Una casa preciosa llena de detalles muy cuidados, un jardín increíble donde tuvimos la suerte de desayunar y cenar todos los días… incluso leer algunas tardes. Nos alojamos en la habitación número 3. Una habitación muy grande, abuhardillada y con un cuarto de baño espacioso y luminoso. La cama de diez y a la almohada le doy un 20! El wifi llegaba perfectamente a la habitación. Los desayunos riquísimos, con fruta, zumos, té, café, tostadas y cada día Lucia variaba algún sanwich con el que nos sorprendía y siempre de acuerdo con las intolerancias alimenticias que padecemos. Las cenas las preparaba Fernando. Ay qué tomates, qué rico todo pero me enamoré del arroz con leche!!! Buenísimo. Eso no lo cambié ni un solo día. En fin… que ya tenemos ganas de volver, solos o con más amigos, a la Infinita o al Molino de la Infinita pero volver para verles de nuevo porque casas hay muchas pero con tan buena hospitalidad no todas.