BALTAZÁR Boutique Hotel

El desayuno del hotel es muy sencillo, sólo dos croissants, una bebida caliente y un zumo, y el resto hay que pagarlo. Lo más extraño es que hicimos el check-in la tarde del 1 de enero, pero la factura final mostraba que habíamos agregado varios desayunos, por un total de más de 40 euros. Cuando informamos en recepción que no consumimos esto, el servicio en la recepción. El personal de recepción SZONJA dijo que ella tampoco lo sabía. Como ese día no era su día laboral, no sé quién lo agregó. así que ella Szonja sólo pudo reembolsarnos 20 euros, lo que me pareció muy injusto.

Un hotel bonito y bien cuidado. En recepción hay un joven muy amable que intenta explicarte todo. Tenía una suite, así que la habitación era bastante grande y estaba bien equipada. Lamentablemente, la habitación está muy mal iluminada por la noche. Entiendo que quieran crear algunos efectos de iluminación, pero esto debería ser una opción del cliente, no una obligación. Las cortinas solo se pueden usar para un oscurecimiento total; no hay ninguna cortina más clara que permita la entrada de luz natural, por lo que los vecinos pueden ver perfectamente el interior de la habitación durante el día. Otro aspecto negativo es que la luz del baño se enciende automáticamente; sobre todo por la noche, no es muy agradable recibir un haz de luz demasiado intenso cuando necesitas ir al baño. También hay una nota negativa para el desayuno "básico" incluido en el precio de la habitación: muy pobre, y durante dos de cada tres días no pudo satisfacer nuestras peticiones. Aunque tienen restaurante, ¡no pudieron calentar agua en el hornillo para preparar té! Sin embargo, por 7 euros adicionales por persona, se puede disfrutar de un desayuno más completo. Sugeriría aumentar el precio de la habitación unos euros y no escatimar en estos detalles que hacen que despertar sea menos agradable. En el baño, al usar la ducha, se sale toda el agua porque no hay suficiente aislamiento, aunque han instalado un cristal ajustable que debería ofrecer cierta protección, pero es totalmente insuficiente. La ubicación del hotel es buena, pero hay que tener en cuenta que está en la parte alta de la ciudad, así que si tu itinerario no está en la parte alta, tendrás que usar el transporte público o un taxi. Una noche, al final de la cena, pedimos cuatro grappas que pensábamos que serían de cortesía, pero al final nos costaron casi 50 euros... ¡una auténtica exageración!

Three Decades Dreaming, One Perfect Stay: Budapest's Balthazar Whispered Our Names For thirty years, Budapest lived in that special corner of our minds, the one reserved for destinations whispered about over well-worn maps and dreamt of during long-haul flights. We're not talking champagne wishes and caviar dreams; our travels, woven into the fabric of our international work life, have taught us to seek the soul of a place – that quiet corner where history breathes and a certain understated cool prevails. And so, our gaze landed not on a hotel chain, but on the fabled Castle District, a hunch that paid off beautifully. Within its ancient embrace, the Balthazar Hotel unfolded like a well-kept secret. The Castle District by day? A vibrant tapestry of life, buzzing with the energy of discovery. But come evening, ah, evening was when the magic truly happened. The cobblestones seemed to sigh with contentment, the air grew still and intimate, and every stroll revealed a hidden gem – a cozy restaurant bathed in warm light, a breathtaking vista around a quiet bend. The Balthazar itself felt like an extension of this enchantment. The team there? They weren't just doing a job; their kindness felt genuine, their smiles reached their eyes. We actually looked forward to our meals in their little restaurant – those croissants at breakfast? Seriously good. And when we had that travel-brain moment, realizing we'd shortchanged ourselves by a night, their willingness to help, their sheer eagerness to make things right, was just… wonderful. Our room, tucked away overlooking a peaceful courtyard, was a haven. The church bell tower peeking over the rooftops in the distance? It felt like stepping into a Monet. Everything – the crisp linens, the powerful shower – spoke of thoughtful care and a recent refresh. It was a space designed for quiet contentment. Honestly, if you're the kind of traveler who seeks out the authentic heart of a place, who values that extra layer of history and genuinely warm service, the Balthazar is your spot. Because let's be real, Pest can be a glorious, chaotic symphony. But up there, in the Castle District, at the Balthazar, we found our own tranquil melody – a true escape within the embrace of a magnificent city.