Usuario invitado
28 de noviembre de 2024
La experiencia en el hotel es excepcional desde el momento de la llegada hasta la partida. En primer lugar, destaco la atención de quienes allí trabajan: Thiago, Rodrigo, Livia, las chicas que se encargan del desayuno y la limpieza. Siempre dispuestos a ayudar, con amabilidad y paciencia (sobre todo por la barrera idiomática). Además, el hotel te va enviando por whatsapp distintas opciones de actividades, ya sean las del hotel así como recomendaciones de excursiones (a través de ellos coordinamos una a Recife do Fora, buenísima) y paradores. Segundo, la infaestructura. El hotel está siempre impecable, linda decoración y cuenta con muchas facilidades: dos piletas, comedor, living, gimnasio, spa (recomiendo el masaje relajante), sauna. Nos hospedamos en habitación con vista parcial al mar y se veia increible. Era espaciosa, cama y almohadas cómodas, baño grande, y un balcón con hamaca paraguaya para poder relajar. Tercero, la gastronomía: no tuvimos oportunidad de probar la cena pero EL DESAYUNO sí. Super variado, saludable y SABROSO. Cuarto, gran opción para personas adultas sin hijos e hijas. Es un hotel súper tranquilo en cuanto a quienes se hospedan, siempre hay música ambiental y no hay gritos. Y por último, la ubicación. Está a una bajada de la playa del centro, que te permite llegar rápido también a otras playas porque es un poco punto de partida (en la puerta del hotel frena la van que te lleva a playa Pitinga, por ejemplo); y a tres cuadras máximo de donde comienzan todos los restaurantes, bares y locales de Arraial y luego el Centro histórico (lo cual facilita no subirse a ningún medio de transporte).