Usuario invitado
24 de marzo de 2025
Nuestra estancia en el hotel nos dejó una impresión interesante, en la que podemos rastrear la dinámica de satisfacción y frustración de necesidades. Desde el principio nos sorprendió gratamente la hospitalidad del personal: a pesar de nuestra llegada temprana, nos ayudaron con el papeleo y rápidamente nos instalaron en una habitación cómoda. Esto creó una sensación de cuidado y apoyo, satisfaciendo la necesidad básica de seguridad (según Maslow) y reduciendo la ansiedad asociada con la adaptación a un nuevo lugar.
El ambiente en el hotel era propicio para la relajación y el descanso, lo que ayudaba a reducir la tensión interna y a sumergirse en un estado de agradable regresión: la oportunidad de “regresar” brevemente a un estado sereno de confort. Sin embargo, la falta de una zona de playa funcional debido a las obras de renovación añadió un elemento de frustración. En este caso, el choque de expectativas con la realidad pudo haber causado una irritación o decepción inconsciente, que tal vez fue compensada por el ambiente acogedor del hotel.
En general, un hotel puede verse como un espacio que crea condiciones para escapar temporalmente de los factores estresantes externos. Sin embargo, la zona de playa cerrada nos recordó los límites de lo deseado y lo posible, lo que podría ser una metáfora simbólica de las vacaciones ideales no siempre alcanzables.
Texto originalTraducción facilitada por Google