Usuario invitado
10 de mayo de 2023
Nuestra experiencia fue muy decepcionante. Pese a que la burbuja (número 3) se encuentra en uno paraje increíble y recóndito en plena falda de la montaña, está muy deteriorada, es poco acogedora y nada práctica. El plástico de la cúpula está completamente rayado y lleno de cinta de plástico a modo de parches, por lo que intentar ver algo desde dentro es imposible. La burbuja además ha de estar permanentemente “enchufada” por lo que el ruido dentro es desagradable (no olvidar los tapones). También hacen mucho ruido los 3 aires acondicionados, que además de incómodos, son feos ya que se encuentran metidos en unos cajones enormes que hacen la habitación muy estrecha y poco acogedora. Dentro de la burbuja durante el día es imposible estar con el calor pues aunque se cubra con el toldo y se tenga el aire acondicionado puesto, es asfixiante el calor. La burbuja en realidad son dos unidas (se accede de una a otra directamente) una dedicada al dormitorio y otra con un pequeño salón con nevera y máquina de café. La limpieza y el mantenimiento también deja mucho que desear (juntas entre burbujas sucias, muchos parches por las paredes…). Pese a la gran extensión de terreno, las burbujas están pegadas, así que no hay nada de intimidad, no son discretas y se ve y se escucha todo. El moderno baño, con ducha, inodoro y lavabo, pese a ser privado, no se encuentra dentro de la burbuja, sino en un cubículo junto a ella, por lo que cada vez que quieres usar el baño tienes que salir de la burbuja. El desayuno lo sirven en la habitación y es amplio y variado, nos gustó. La carretera para acceder tanto a la recepción como a la burbuja es de tierra, está llena de baches y resulta muy tediosa. El único detalle positivo fue el pozo para hacer una hoguera (gratuitas las maderas, ellos se encargan de preparar el fuego) y las sillas exteriores para disfrutar del cielo (hay bastante contaminación lumínica no solo por la ciudad, sino también por las luces que hay en la montaña).